¡Madre mía! Hoy también resucito yo
gracias a Dios y a Jesús de Nazaret.
Aunque son Uno, aquí era un Hombre y
Dios en su Espíritu. Los “Dos” lo pasaron fatal… ¡Madre mía cuánto amor nos debe
tener!
Hoy estamos liberados, hoy hay cielo para
el mundo; sólo hay que seguir las reglas que no están difícil y si lo es,
tenemos quienes nos perdonen en su nombre ¡Todo es genial!, además nos regaló
desde ese día, su Misericordia infinita e Indulgencias Plenarias (remisión de las penas debidas a pecados
perdonados). Estoy feliz.
Y gran día también para el Cristiano Católico
que recibe la Bendición “URBI ET ORBI” (para
Roma y para el mundo): ¡Adiós purgatorio de lo pasado!, creo que el “purga”
es larguííííííííííííííííísimo, eso han dicho (aparecidos) a ciertos Santos,
como al Padre Pío de Pieltrechina.
Ya sabéis, a confesar, a Comulgar y a
confiar en los designios de Dios diciéndole: “¡Hágase en mí tu voluntad y no
la mía, que seguro no es la tuya ni por asomo”! Y dejar en sus manos lo que no
podemos resolver.
Genial, tenemos todo el itinerario
escrito como cuando te vas con tu plano y tu guía a un país desconocido.
¿Necesitamos más para llegar al cielo?
Es un destino fantástico, una “gran
ciudad” eterna plena de amor y a la que todo el mundo debería ir y quedarse (hay mucho sitio). Ese lugar es infinitamente
mejor que una playa de las Islas Fiyi, un Ferrari o que te toque la lotería…
¡No hay color y encima es gratis!
¡Hala, todos con el Manual y El Guía!
Emma Diez Lobo
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