-¡Claro,
ya te lo dije el día que me fui de la tierra!, ¿es que no te enteraste, ni te
enteras cuando te lo digo cada día que vas a mi Casa?
- No, si ya… Pero Hijo, tengo unos
problemones que aumentan por momentos…
-
¿Qué hice el día que faltaron panes para todos?, ¿no resolví el problemón, como
tú dices, haciendo mi voluntad de dar sin medida?
- No, si ya… Pero yo no estoy en
aquella pradera…
-
¡Y qué más da dónde estés, pareces tonta! Lo que te pasa es que te derrumbas
antes de que Yo actúe y lo haré cuando yo quiera, no cuando tú me lo digas
porque ¡querida!, no es el momento
idóneo…
- ¡Jopé! ¿Pero Tú te has puesto en mi
lugar?
-
Más que eso, acuérdate de cuando dije
“¿Por
qué os preocupáis de qué vais a comer o vestir? Buscad primero el Reino de Dios
y su justicia, lo demás se os dará por añadidura, pues bien sabe vuestro Padre
lo que necesitáis para vivir… No penséis en el mañana porque a cada día le
basta su contrariedad”.
- ¡Venga vale! Es que se me olvidan las
cosas (ya sabes que los años no perdonan).
-
¡Pues para eso te di un Libri… tóoooo
majestuoso, hija! y los hay de todos los tamaños, no tienes que ir con el “Vulgata”
gordo que pesa un quintal y medio.
-Ya, ya… Y Dios con sus Palabras me
tranquilizó sobremanera. ¡Es infalible, siempre tiene contestación para todo!
Emma Díez Lobo
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