¡Menudos
y tremendos días, Hermano! Sé que el Calvario no volverá a repetirse, pero el
calvario de vernos unos contra otros, para Ti es peor que Morir…
Tú
creaste al hombre y le conoces bien como también sabes que a la mínima
oportunidad, allá que va sin acordarse de tus palabras; parece que nos encanta,
parece que el poder del maligno arrastra sin piedad. Incomprensible pero
cierto.
¿Te das cuenta? Ya lo creo que sí. Yo alucino
conmigo misma y eso que soy de los que intentan no olvidarse. Creo que si
tuviéramos un cromosoma de más, esto no pasaría. Benditos los que lo poseen.
Y
Tú “muriendo” cada año, esperando que seamos hombres nuevos… ¿Tenemos alguna
solución? A mi confesor le tengo “aburrido”… Y ¿qué quiere que yo le haga?, por
mucho que Te lea, que Te escuche o que Te rece, allí estoy plantada.
En
fin, Amigo mío del alma, que no haces más que mirar por mí y yo, yo mirando los
socavones de Madrid…
Espero
que después de esta Semana Santa, me convierta en un ser nuevo y “con memoria”.
No es fácil hoy, no criticar ni juzgar a ciertos personajes hacedores de daño y
maldad en todo lo que a Ti se refiere (y en muchas más cosas).
Pienso
en tu Muerte por mí y en los que La utilizan para juergas vacacionales…
Lo
justo, encima se aprovechan de estos días, pues ¡Que sean honestos consigo
mismos y se vayan a trabajar!!!
Yo
quiero silencio. La Semana santa es para los que desean cambiar con tu ayuda.
Emma Díez Lobo
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