miércoles, 28 de marzo de 2018

Es nuestra hora del adiós



 Jesús nos invita a nosotros, personal y eclesialmente, a decir “adiós” a abandonar… Estamos en un globo, hay que quitar lastre para elevar el vuelo, para alcanzar la meta…

v  ¿Que soy invitado a dejar… a decir adiós?

v  ¡Qué ha de dejar … a qué ha de decir adiós nuestra comunidad  … aunque duela?

 

Partir es, ante todo,

salir de uno mismo.

Romper la coraza del egoísmo

que intenta aprisionarnos

en nuestro propio yo.

Partir es dejar de dar vueltas

alrededor de uno mismo.

Como si ese fuera

el centro del mundo y de la vida.

Partir es no dejarse encerrar

en el círculo de los problemas

del pequeño mundo al que pertenecemos.

Cualquiera que sea su importancia,

la humanidad es más grande.

Y es a ella a quien debemos servir.

Partir no es devorar kilómetros,

atravesar los mares

o alcanzar velocidades supersónicas.

Es ante todo

abrirse a los otros,

descubrirnos, ir a su encuentro.

Abrirse a otras ideas,

incluso a las que se oponen a las nuestras.

 

Es tener el aire de un buen caminante.


Es saber decir adiós,

cuando uno escucha llamadas

que llegan desde dentro

y desde el horizonte

invitando a buscar  nuevas formas de vivir

vidas más fraternas, más eternas.


Es saber decir adiós

a tantas anclas que nos retienen

en el seno del puerto

y no nos dejan navegar

buscando la vida ligeros de equipaje

sin mochilas, sin maletas,

cabiendo en nuestro corazón,

en nuestros sueños,

en nuestro tiempo y proyectos

todos y todas  los que salgan

a nuestro camino.


¡Qué alegría producirán

y Tú vendrás con ellos

y seremos hijos del Espíritu de la Vida.




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