Irlanda, Irlanda… Te atraparon sin
darte cuenta.
Andaba por sus calles católicas aquél
que Dios había rechazado en su Reino y, construiría para el mundo, uno nuevo y
tenebroso de fuego y torturas. Le interesaba Irlanda, le interesa lo Católico…
Pasaje a las eternas tinieblas sin
retorno; ahí os esperan con vuestro voto, con vuestras caras de triunfo y
lágrimas de satisfacción. ¡Pobre Irlanda!
“Pedazos de carne”, dijisteis… Pero
eran almas de Dios que ganarían el cielo y se lo habéis prohibido; almas
indefensas en cuerpecitos no nacidos que descuartizareis sin remordimiento a
órdenes del mal. ¡Pobre Irlanda!
¡Ignorante
pueblo de Dios que alzáis la bandera del CRIMEN! No, no rezaré por vosotros. En bandeja
de plata os sirvieron el asesinato y en moneda de plata lo pagaréis.
La conciencia no absolverá tus infanticidios,
y si lo hiciera, no habrá ni un segundo de Misericordia… Irlanda, Irlanda, te
atraparon sin darte cuenta.
Pero bendito ese 33% que se resistió. Estamos
con vosotros, no estáis solos, no seréis arrastrados con los malditos. Sí, rezaré por estos hijos de Dios que guardan en el corazón la bandera de
la VIDA.
Me pregunto ¿Quién será el siguiente
que doblegue su rodilla ante el maligno?: ¿Italia?, ¿España?, ¿América latina?,
¿Francia?
¡Cualquier país que intente seguir a
Cristo! Esas son las naciones odiadas y codiciadas por “el mal”. Fuimos
avisados, fuimos alertados por Dios y sin embargo, dieron la espalda al
Evangelio, al 5º Mandamiento.
¡Pobre Irlanda!, ¡pobre mundo!
Emma Díez Lobo
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