Grandes obras de arte, pero… Siempre
hay un pero y éste sí que es importante. Resulta que los protestantes nos
llaman idólatras, y si te pones a pensar en serio, sí que lo parecemos.
Veo “alabar” y besar imágenes sin
importar lo más mínimo el Evangelio, cuando
el Evangelio es cuna y guía de cada Personaje Santo hecho estatua. Desde el
Libro, nos hablan, desde el Libro se imita… Pero eso no cuenta, y entonces, no entiendo
nada.
Cuando sucede un milagro en alguna
imagen, va el mundo y se sorprende ¡Pues
no sé de qué!, a mí me parecería “hasta lógico”, pues aunque no la veamos moverse
en su pedestal, ella se está moviendo siempre por ti, pero una estatua sin Evangelio no es más que madera -el mundo está
repleto de dioses estáticos-.
Si, es preocupante y me da mucha rabia.
¡Ah! y no digamos si la imagen la dejan hecha un estropicio como la del “Ecce Homo” (en Zaragoza), entonces ya no reza ni uno, pero si es
de Berruguete, Juan de Juni o la Macarena de Sevilla…
¿Y el Cristo de Medinaceli?, desean ser
los primeros en besar sus pies, sin detenerse a recordar el porqué de su trágica Pasión, pero no, lo que importa es la escultura
bendita.
Muchos
tienen Biblia y no la leen, muchos van a misa y no se enteran de nada… Pues dejemos de besar pies y mantos, a no ser que sepamos lo que significa
ser Cristiano “tragándonos” el Evangelio.
En fin, me retiro porque me espanta el
fanatismo, con lo grandioso que sería reconocer que una imagen, antes que estatua,
es Palabra viva.
Cuando miro el Cristo del Pardo, no veo
la escultura sino el milagro de su cara yacente por mi causa. Me siento tan
culpable y tan agradecida…
Emma
Díez Lobo
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