Fidelidad a la vocación de precursores de Jesús
La festividad de san Juan es especial en el
santoral, pues es el único santo, exceptuando a la Virgen María, del que se
celebran dos nacimientos, el natural a esta vida y la llegada al cielo o
“verdadero” nacimiento, que es el que se celebra de todos los demás santos. La
razón de este trato especial es que se trata de un santo “canonizado” por Jesús,
que lo aceptó como su precursor y declaró “el más grande entre los nacidos de
mujer” (Mt 11,11).
Las diversas lecturas de la fiesta subrayan la
fidelidad de Dios que salva por medio de Jesús y da a cada persona una vocación
en función de este plan salvador.
El Evangelio manifiesta la fidelidad de Zacarías e Isabel al designio
divino que manda que el niño se llame Juan, es decir, Dios es misericordiosa, de acuerdo con lo que dijo el ángel en la
anunciación a Zacarías. Es sabido que el nombre en la antigüedad hace
referencia a la vocación o tarea de la persona: el niño está llamado a
manifestar la gracia y misericordia de Dios. Los padres respetan la vocación
del hijo. De aquí la reacción de los presentes, reconociendo que el niño estaba
llamado a una vocación especial.
Sabemos que esta vocación fue la de ser precursor de
Jesucristo, el Salvador. La primera lectura hare referencia a la vocación del
Siervo de Yahvé, llamado por Dios desde el seno de su madre a una tarea al
servicio de la salvación; la conciencia de esta vocación le fortalece en las
dificultades, pues se siente acompañado por Dios que le asegura que su trabajo
tendrá un alcance salvador universal. Finalmente la segunda lectura recuerda
las palabras de Pablo en Antioquía de Pisidia, en que presenta a Juan como el
precursor, fiel a su tarea, que no cae en la tentación de suplantar al que
anuncia.
Dios Padre es fiel y ha cumplido su promesa salvadora enviando
a Jesús para salvar a todos los hombres. Pero ha querido asociar a su plan a
todos los hombres, dando a cada uno una vocación concreta como precursor de
Jesús salvador. Juan Bautista recibió una vocación especial (“fue escogido
portentosamente”, salmo responsorial) y la realizó fielmente, en medio de
dificultades, siempre sostenido por la
conciencia de la vocación a la que Dios lo enviaba. Presentó a Jesús como el
Mesías, sin caer en la tentación de suplantarlo, a pesar de las dificultades
que creaba la forma peculiar de su mesianismo, como aparece en sus enviados a
Jesús preguntándole si realmente era el Mesías. Y es que Juan esperaba un
Mesías triunfal que actuara como juez del final del mundo a sangre y fuego,
como deja entender su predicación, y se encontró con un mesianismo de perdón,
realizado en la debilidad y esto lo desconcertó. ¿Por qué no dio Dios a Juan
los conocimientos cristológicos necesarios que le facilitaran su tarea? Dios
sabio le dio las ideas y fuerzas necesarias según su plan para que realice su
vocación y a todo esto fue fiel Juan. Por eso Dios ha querido asociarlo de una
manera especial al triunfo de Jesús y hoy lo celebramos en toda la Iglesia.
Igualmente todo cristiano tiene vocación de
precursor de Jesús, es decir, desde el seno de nuestra madre Dios ha pensado en
cada uno como precursor que prepara el camino a la llegada de Jesús, que
siempre es el protagonista de la salvación. Cristo resucitado quiere ser
reconocido y aceptado por todos y quiere servirse de nosotros como mediadores
que preparan este reconocimiento. Lo preparan nuestra oración, nuestras
palabras y especialmente nuestra vida que no pone obstáculos al evangelio sino
que lo hace atractivo a los demás. Toda la Iglesia está al servicio de la obra
de Jesús. Por ello la Iglesia no es para sí misma, está integrada por los que
han aceptado a Jesús y tiene la tarea de preparar el camino de Jesús a los que
no lo reconocen. Igualmente cada cristiano y cada comunidad parroquial tienen
que ser precursores.
En cada celebración de la Eucaristía celebramos la
fidelidad del Padre que nos continúa dando al Salvador, nos ha “escogido
portentosamente” y envía como precursores. Pedimos fuerza y fidelidad para
realizar esta misión en este contexto de nueva evangelización.
Dr. Antonio Rodríguez Carmona
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