Al despertarte esta
mañana me quedé esperando una palabra tuya, un simple recuerdo… tenías
demasiada prisa: el aseo, el desayuno, pensar mientras tanto en las tareas del
día, esa reunión tan importante para tu negocio…no te acordaste de Mí.
Yo te envié un flash al
salir: las flores exhalaban su perfume por la mañana de primavera, y los
pájaros cantaban al despuntar el alba, al amanecer. No te acordaste que yo
los creé para ti.
El sol te alumbraba por
el camino, para que recordases que esta salida es el final de las tinieblas de
la noche, y anuncia mi llegada… pero tú estabas hablando en el coche por el
“manos libres”, preparando la reunión de negocios… no te diste cuenta de
mi presencia, que te anuncia el canto tan hermoso del Benedictus: “…nos
visitará el Sol que sale de lo Alto…”
Un día ajetreado de un
lado para otro…los negocios, las reuniones interminables, casi no tuviste
tiempo para comer, para pensar en el reloj de tu tiempo que inexorablemente
avanza y cuenta los días de tu vida, la vida que yo te regalé…
Yo te seguía esperando;
te esperaba en un momento de relax que tuvieras, te esperé al volver del
trabajo en el Sagrario: ¡solo quería cinco minutos contigo, tus cinco minutos!,
para que me contaras tus inquietudes, para compartir contigo también mi soledad…
No tuviste tiempo.
Cenaste rápido, unos
minutos de televisión… estabas tan cansado… no te acordaste de mi… Yo te
esperaba para calmar tus angustias.
Mañana despertarás,
será otro día como hoy. Yo te sigo esperando.
No te apures, mi
Paciencia es infinita
“Pensad que la
Paciencia de Dios es la garantía de nuestra salvación”
( 2Pe, 3-15)
(Tomás Cremades)
www.comunidadmariamadreapostoles.com
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