No sé si sabrás que todo pecado lleva
implícito dos consecuencias: La pena y
la culpa. Por la culpa, penas el
pecado perdonado en confesión, pero
te salvas. Sin confesión, por la culpa del pecado, te
condenas eternamente.
La
mayor Gracia que
tenemos es el perdón que nos libera del infierno y una vez “salvados”, tenemos
las “Puertas Santas” (Indulgencias
Plenarias) para evitar los “miles de años” que habremos de estar penando los
pecados perdonados -sufrimiento indecible-.
Yo lo hago y voy feliz, pero ¡qué
desastre! en cuanto salgo del Templo… Incapaz de mantenerme santa y… ¡Venga!
otra vez a esperar otra Puerta…
Me pregunto si todos los bautizados vamos
a librarnos, no ya de la pena temporal sino de la pena eterna (infierno). Pues más bien no y dejan pasar los años sin ningún pudor (Jn
8: 31-42). Tremenda actitud irresponsable y tremenda tristeza de Dios.
No entiendo nada… Y no me extraña que
llorara aquél día en Jerusalén (Lucas 19, 41-44), como hoy lo hace
por ti que te comportas como aquellos incrédulos.
No dudes de esta advertencia y lee La Palabra porque no tienes ni idea de
lo que dice. Si no conoces la Verdad, no habrá perdón para ti que tuviste
todas las oportunidades. Esto te preguntará:
-“¿Es que no me oíste? Te dejé a “Pedro”
para salvarte y no lo hiciste” (Mt 16:19).
Yo quiero ir al cielo y ¿tú? No te
inventes, no imagines, no quites ni añadas una sola letra a la Palabra Escrita
(Jn. 22: 18-19; Dt. 4:2), o te arrepentirás.
Emma
Díez Lobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario