Testigos de la resurrección.
El
Evangelio nos presenta hoy en un apretado abanico los dones pascuales que nos
ha conseguido Jesús resucitado: el Espíritu Santo, el perdón de los pecados, la
paz, la alegría.
Nos
ha traído el Espíritu Santo, que nos ha incorporado a Jesús resucitado, nos ha
dado vida nueva, nos ha dado ojos y corazón nuevos, nos fortalece en la fe y en
amor y nos acompañará hasta la meta final.
Con el
Espíritu nos ha traído el perdón de los pecados, con el que recibimos amnistía
de todas nuestras faltas y podemos estrenar corazón de carne, nuevo, capaz de
amar y actuar como hijos de Dios.
Con ello
nos ha traído la paz, shalom, armonía¸ la verdadera armonía con
todo lo existente: hijos de Dios y hermanos entre nosotros
Con
ello también nos ha traído la verdadera alegría, participación de su alegría,
cuyo fundamento es la certeza de que él y el Padre nos aman, nos ofrecen un
futuro, nos acompañan, y nos harán compartir su gloria. Es la alegría de tener
una vida con sentido, incluso en las dificultades y el dolor.
Nos
ha encomendado la misión de anunciar como testigos estos dones a todos los
hombres.
Somos
enviados en calidad de testigos de la resurrección. Testigo es el que ha visto
y experimentado y lo dice. Por ello nuestro testimonio tiene que primariamente
eminentemente vital: se nos tiene que notar en nuestra vida que
somos gente alegre, y pacificada, personadas que han recibido el
Espíritu y el perdón. Y además debemos darlo a conocer.
La
alegría cristiana es participación de la alegría de Jesús, a su vez
participación de la alegría del Padre, el Dios de mi alegría. Jesús
quiere que la compartamos plenamente; por ello la pide al
Padre: Ahora voy a ti, y digo esto
en el mundo para que tengan en sí mismos plenamente mi alegría (Jn
17,13), y no indica el camino, el mandamiento nuevo: “ Como el Padre
me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.. Os he hablado de esto
para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a
plenitud” (Jn 15,9.11). Un cristiano triste es un antitestimonio.
Otro signo testimonial importante es
la paz, don de Dios, que ha creado en nosotros la verdadera armonía es ser y
sentirnos hijos y hermanos. Y con la fuerza del Espíritu la capacidad de
vivirlo con alegría, aceptándonos y aceptando a los demás. El cristiano es una
persona interiormente pacificada y creadora de paz. La persona incordiante es
un antitestimonio. Como creadora de paz el cristiano con la ayuda del Espíritu
ha de dar testimonio denunciando con audacia todas las situaciones injustas
contrarias al plan de Dios sobre los hombres.
La
celebración de la Eucaristía es el momento fuerte de la experiencia del
resucitado, que fortalecerá nuestra alegría y nuestra paz.
D.
Antonio Rodríguez Carmona
Nos ha traído el Espíritu Santo, que nos ha incorporado a Jesús resucitado, nos ha dado vida nueva, nos ha dado ojos y corazón nuevos, nos fortalece en la fe y en amor y nos acompañará hasta la meta final.
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