Un corazón de piedra no
puede ser atravesado por la espada del Mal del mundo, su pétrea dureza hace que
rebote; es lo que llamamos devolver mal por mal. Cuando Jesús dice a sus
discípulos que no devuelvan mal por mal no les está imponiendo una carga inhumana,
les está ofreciendo una promesa que sólo puede venir de Él en cuanto Hijo de
Dios, y que había sido anunciada por los profetas: "Os daré un corazón
nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, arrancaré de vuestra carne el
corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Ez 36,26).
Un corazón de carne,
como el de Jesús atravesado por una lanza, se deja atravesar por la espada del
Mal... ¡Venciéndole! Un verdadero hijo de María… para empezar se mira en ella.
Simeón le dijo proféticamente que una espada le atravesaría el alma… que en
este contexto es sinónimo de corazón (Lc 2,35).
Pues bien, María
silenciosa al pie de la Cruz sintió como la espada del Odio del mundo hacia
Jesús atravesaba su alma… como hemos dicho… su corazón. La espada no rebotó en
él en forma de maldiciones e insultos… se había cumplido en ella la profecía de
Ezequiel... y para nuestra sorpresa y gozo infinito también en el Discípulo
Amado de cuya boca tampoco salió ninguna palabra vengativa.
No nos engañemos… sólo
al pie de la Cruz, Jesús cambia nuestro corazón de piedra en uno como el suyo y
el de su Madre: de carne… el único que vence al Mal.
P. Antonio Pavía
Comunidadmariamadreapostoles.com
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