Nos ubicamos en el Calvario; los Sumos Sacerdotes, fariseos... etc., se burlan de Él: "Ha puesto su confianza en Dios, pues bien que le Salve ya que dice que es hijo suyo..." (Mt 27,41).
Cuanto más resonaban estos desprecios más elocuentes fue el silencio del Crucificado; hizo frente al mal apurando el cáliz "de nuestras amarguras "Cuando estos" bufones-amargados "se sintieron satisfechos y vencedores”... El Cordero Inocente proclamó su grito de victoria sobre el mal: Padre perdónales, no saben lo que hacen. Sólo entonces los burlones se percataron del monstruo que llevaban dentro…solo entonces dieron sus primeros pasos de cara a la conversión como nos dice Lucas (Lc 23,48).
Si, el Hijo de Dios tuvo que entregarse a la más humillante de las muertes y encima a manos de hombres que tras su aparente piedad solo les interesaban sus ambiciones para que pudiésemos darnos cuenta y liberarnos de la Mentira que nos tiene esclavizados. Se burlaron de Él y el burlándose del demonio, abrió sus ojos.
La escena del Calvario prevalece. No hay conversión verdadera hasta que no nos sintamos " del grupo de los burlones" y hagamos nuestras las palabras del Crucificado. ! Padre, perdónales… con o sin capa de piedad, no saben quién les tiene sometido...¡
¡Padre mueve sus corazones hacia El Evangelio! Solo así...cambiarán la Mentira que les asfixia por la Verdad que les libera (Jn 8,31-32)
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