La Bienaventuranza con
la que inicio esta mini catequesis descolocará a más de uno:
"Bienaventurados los que tienen ojos para ver sus pecados tal y como son
porque Yo, Jesús, les libraré de su carga".
Me apoyo en la
experiencia del autor del Salmo 38. Este fiel israelita, ha pecado; su
grandeza consiste en no justificarse, es consciente del mal que ha hecho
(Sal 38,5).
Sin embargo es un
hombre sabio; a pesar de sentirse agobiado por su carga no deja de confiar en
Dios: "En ti Señor espero, tú me responderás Dios mío... no me
abandones" (Sal 38,16… 22). Este hombre se sabe pecador, es consciente de
la carga que le oprime, pero en vez de desesperarse o decir “aquí no ha pasado
nada”, recurre a Dios; por eso es sabio.
Al recurrir a Dios está
profetizando al Mesías, "El Cordero que carga con el pecado del
mundo" (Jn 1,29). Sí, todos los pecados del mundo, los tuyos y los míos.
El problema es que si los justificamos por la razón que sea los cargamos nosotros.
Pongamos nuestros ojos en Jesús que nos dice a este respecto: "Venid a mí
los que estáis fatigados y sobrecargados que yo os aliviaré" (Mt 11, 28).
Sí, Yo llevaré sobre mis espaldas las cargas que os doblegan.
P. Antonio Pavía
omunidadmariamadreapostoles.com
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