El Salmo 57 presenta a un fiel israelita al límite de sus fuerzas; su alma está a punto de desmoronarse a causa de tanto dolor y humillaciones. Es una viva imagen de lo que nos sucede con cierta frecuencia. Sin embargo este hombre testifica con su vida que "La esperanza en Dios no defrauda." (Rm 5,5…) y así lo confiesa: "¡Mi corazón está firme Dios mío, mi corazón está firme, voy a tocar y a cantar, despierta alma mía...!” (Sl 57,8-9).
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