¿Tenéis el báculo y la concha? ¡Venga, que nos vamos a Santiago! Yo los llevo en mi “mente” con mis manos en el “ordenata” y mis pies en zapatillas blanditas para que no me salgan ampollas...
Somos los caminantes
de la ilusión, sentados en una silla con los ojos clavados en los pequeños pasos
de las palabras lentas, porque nuestra distancia es mucho mayor.
Nosotros ponemos “las piedras, el camino, el agua viva y
la esperanza”; ellos -los del pantalón corto-, la alegría, el sudor, la charla,
las tiritas, el bocata, la mochila, la reverencia (por Covid, antes abrazo) a
la Imagen de Santiago y...
¿Veis?, cada grupo
lleva lo necesario para llegar con el corazón. Nosotros empezamos en Zaragoza,
cuando Santiago luchaba contra el Islam, evangelizaba y la Virgen le habló... Hoy,
nos unimos a su difícil peregrinar; es lo que tiene La Palabra pero ¡Qué grandeza
seguir a un testigo directo de Dios!
En éste año Jubilar
el amado Protector de nuestra Nación, ya no viaja solo con los del “pantalón
corto”, le llevamos en el pensamiento como los Tercios españoles al grito de: ¡Santiago!
¡Y cierra! ¡España! (A ver si nos oye y nos ayuda otra vez que la cosa
está muy fea).
¿Hemos llegado? Aún
no, pero
llegaremos con la mirada puesta en la misma estrella que un día nos guió al
lugar donde hoy se levanta el Pórtico de su Gloria.
Benditos los que
tienen ampollas en los pies...
Emma Díez Lobo
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