Impactante
lo que este salmista, embriagado de gozo, dice confidencialmente a Dios:
"Bienaventurado el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios -
es decir contigo-, sácianos de los bienes de tu Templo" (Sal 65, 5).
Puntualizó que los bienes del Templo de Dios son: ¡Él mismo, su Fuerza, su
Gloria…! etc. Quizás envidiemos los sentimientos de este salmista pero sepamos
que la riqueza interior de este hombre alcanza su plenitud en Jesucristo y
gracias a Él, también en sus discípulos.
Fijémonos
en este relato de Marcos: “...Subió al monte, llamó a los que quiso y vinieron
donde Él. Instituyó Doce para que estuvieran con Él...” (Mc 3, 13-14). Hemos
leído bien: Los llamó "para que estuviesen con Él", como
añoraba el Salmista. Y, que sepamos, Jesús nos llama al Discipulado por
medio del Evangelio... del que fluye el Bien de Dios por excelencia: ¡La Vida
Eterna! (Jn. 5,24).
Y a
todo esto... ¿Qué piensa Dios Padre de los Discípulos de su Hijo? Nos lo dice
Él mismo: "... El Padre os quiere porque me queréis a mí...".
P.
Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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