Hoy quiero escribir para esas personas que no conozco pero que cuando no escribo se preocupan por mí; a estos grandes de Dios que con sus tristezas enormes y sus vidas siempre en lucha, leen mis textos simples sin estructura celestial pero con rasgos de un Evangelio que me apasiona.
Vosotros sois mi
inspiración, mi día después de abrir la ventana y respirar las luces de Dios. Es
vuestra hora, la del amanecer despacio y la cafetera que llama; es la hora de
mis ganas de deciros tantas cosas...
Sois más
importantes que mi reflejo en el espejo, ya no miro la sombra en la que me he
convertido y que la gente ve sin mirar, es lo que tienen los años mas no el
corazón. Somos geniales, nos importan las almas del mundo.
Me fascinan “los”
Rafael, Pedro, Carlos, José, Juan... “Las” María, Pilar, Carmen, Isabel... Y un
montón de nombres santos que pueblan la tierra, sí, los bautizados de Dios.
Tengo dos velas que
me iluminan, son una birria, pero las enciendo porque me gusta estar acompañada
de llamas chiquitas que se mueven cuando respiro y, toco las teclas de mi
“piano” de letras.
Mis palabras también para aquellos que “despegaron del
Aeropuerto rumbo al cielo con escalas
para repostar”, escucha Señor, diles que el plan de vuelo es perfecto, diles
que yo volaba y que hoy les acompaño con el uniforme del Padrenuestro, el que
Tú nos diste. Quiero a mi pasaje....
Gracias, amigos.
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