martes, 28 de diciembre de 2021

Momentos...

 

Colocaba sellos en un álbum... Descansé un rato y de pronto me hice la pregunta: ¿He venido a la tierra solo a guerrear contra el mal?, ¿porqué venir a eso y no a jugar al ajedrez o a hacer colecciones?, pongo por caso.

Dejé de entender mi arriesgada vida... Nacer se había convertido en no tener otro juego en mente que no fuera la guerra.   

Esto no podía ser ¿Lo era?... Si me comporto, voy al cielo, si no lo hago me voy “pa bajo”... Incesante batalla con consecuencias catastróficas, si la pierdes.

Ya no me importaba haber regalado toda la colección del Protectorado español...  

Cuando llego mi hija de la calle, pensé: ¡Qué existencia! Crecer, agobiarse, salir, entrar, morir y jugársela a una carta.

No escuché voces que me alentaran y me vi en mi salón del 5º piso con un solo motivo: ¡Ojo con lo que haces en la tierra!, y cerré el dichoso álbum... ¡Para qué!  

Al día siguiente cuando escribía, recordé a Cristo, Muerto en medio de una cruzada contra Él, a María que la sufrió y a tantos Santos al frente de la misma contienda que no me quedaba otra que intentar comprender.  

Y la razón me enseñó sus armas... No había nacido sin armamento para el combate, era el precio de mi libertad y el triunfo de la VIDA. Con la conciencia de luchar hasta la muerte junto a Dios, volví a mis sellos de España...

No, ni por uno o miles “tableros de ajedrez” Dios habría venido y nosotros tampoco.

   Emma Díez lobo

 

  

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