La
Navidad refleja la debilidad de Dios, qué es insultante para los que
buscan la gloria del mundo. Estos nunca entenderán que el Hijo de Dios haya
nacido en un establo, que crezca y realice su misión con el mismo sello
de la debilidad. Sabemos que fue el blanco de toda clase de desprecios e
intrigas que culminaron con su condena a la más injuriosa muerte por blasfemo.
Fue en su juicio inicuo donde asumió la debilidad en estado puro. De pie ante
sus prepotentes acusadores Jesús fue el Débil por antonomasia al escuchar
su condena silenciosamente como el cordero manso profetizado por Isaías (Is
53,7).
Así cambió el curso de la Historia. Una vez
clavado en la Cruz y aparentemente vencido, se manifestó como el Fuerte
de Dios al abogar ante el Padre nuestro perdón… ¡Perdónales, no saben lo que hacen!
La Fuerza de Dios y su Misericordia se hicieron tan patentes en el
Calvario que la Prepotencia del Mal se disolvió como un azucarillo en el agua. Sí,
la Debilidad del Hijo de Dios, dio paso a la Fortaleza que nos perdona y nos
salva.
Todo
empezó, visiblemente, en lo que celebramos estos días: en Navidad. Todo
Israel lloraba por la Venida del Mesías... y todo Israel le dio la espalda
desde su Nacimiento. Recostado en la cuna, no le faltaron los regalos de
su Padre que puso a sus pies su Gracia, su Bondad, su Ternura, su Amor....y
como si hiciesen un pulso para ver quién de los dos era más Débil, ambos,
Padre e Hijo entregaron estos regalos a los hombres.
¡Bendita
debilidad del Padre y del Hijo...Bendita Navidad para todos!
P.
Antonio Pavia
http://comunidadmariama.blogspot.com/
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