lunes, 27 de diciembre de 2021

Una leyenda inventada

 

 Decía una leyenda que un alma miraba al cielo, veía un color; si miraba a la tierra veía otros diferentes; si miraba al agua, se reflejaban muchos y si miraba el aire, no veía color alguno...

Cuando decidió volver a casa, el cielo había cambiado, el agua brillaba, la tierra vuelto oscura y el aire continuaba en su color de la nada.

No comprendía por qué de los cuatro elementos tan emocionantes, solo uno no tenía semblante y decidió pintarlo. Cogió todos los lapiceros del estuche pero éste se resistía a ser pintado.  

¡No! dijo el aire, jamás podrás pintarme, pero soy el único que puede dar color a los demás, soy la vida.      

Temerosa el alma de su futuro, pensó: Todos se quedarán y yo me iré ¿Por qué no emplearme en colorear mi esencia? Los demás vienen de origen, yo en cambio, me los tengo que poner...    

Perplejo el aire no entendía el interés del alma y le invitó a callarse, estaba tan fascinado con la tierra que de ninguna manera la pospondría ante nada.   

Pero llegó el día en que el aire sellaba sus ojos para siempre dejando al alma en libertad ¿En la oscuridad?, ¿en la luz?... Todo dependía de qué “colores” había pintado su esencia...   

Y angustiada en el incierto camino, gritaba “¡Más me hubiera valido carecer de ojos, pies y manos para el mundo si con ellos me he cerrado la puerta al más grande arcoíris de Dios!”.        

 Emma Díez Lobo

   

  

1 comentario:

  1. Ojo con presentar las vocaciones solo vestidas de sotana o habito, la vocación al matrimonio y todas las vocaciones a los servicios humanitarios que se ofrecen a la sociedad, son vocaciones que hemos de valorar cuando preguntamos a un adolescente qué quiere hacer en el futuro , ahí despierta una vocación a un servicio a la sociedad y todos son necesarios e inspirados por Dios.

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