Evangelio de Jesús, el Buen Pastor. A la luz del Salmo
23 sabemos que quien acoge a Jesús como su Buen Pastor, un día podrá decir como
el Salmista: Nada me falta.
Volvemos al salmista; su Buen Pastor le conduce a las aguas de reposo, a Dios, Manantial de Aguas, vivas como le llama Jeremías (Jr 2,13) Jesús promete que hará brotar en las entrañas de sus discípulos, una Fuente perenne de Agua Viva (Jn 7,37-38) El Salmista añade que su Buen Pastor conforta su alma. Dios Padre, El Buen Pastor de su Hijo, confortó su alma desolada en el Huerto de los Olivos (Lc 22, 43).
P. Antonio Pavía
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