Ya vimos como surgieron los Anawin: los judíos que se
pusieron bajo la protección de Dios en Babilonia y que sufrieron el desprecio
de su propio pueblo.
Estos Anawin fueron una bellísima
profecía de Jesús, el Anawin por excelencia, profecía que se extiende a todos
sus discípulos y que resuena especialmente en el libro de la Sabiduría (Sb
2,12-20). Su autor delinea con precisión el odio del mundo a Jesús y por
extensión a sus discípulos.
Leamos parte de esta profecía: " Presume de
conocer a Dios...es un reproche para nuestros criterios, su sola presencia nos
es insoportable...sigue un camino diferente..." (Sb 2,13-15). Se podría
decir que su autor fue contemporáneo de Jesús pues calca asombrosamente su
vida.
Continuamos leyendo: "Condenémosle a muerte
afrentosa pues según él Dios le salvará. (Sb 2,20) Jesús, es el Anawin por
excelencia, el Anawin Glorioso que nos abrió el camino hacia el Padre por medio
del Evangelio de la Gracia (Hch 20,24) y de la Fuerza de su Dios (m 1,16).
Sus palabras son el Aliento de su Espíritu que
levantándonos de nuestra debilidad nos convierte en Discípulos suyos. Somos,
por obra y gracia del Espíritu Santo, la Luz de Dios en un mundo que prefiere
las tinieblas. (Jn 3,19) Somos despreciables para el mundo, pero preciosos a
los ojos de Dios que nos ama con locura porque somos sus Anawin (Is 43, 1-4).
P. Antonio Pavía
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