Hoy Viernes Santo fijamos nuestros ojos en Jesús
Crucificado, el Anawin Amado del Padre.
Cuando Pablo,
vio desde su corazón, a Jesús Crucificado no pudo menos que decir: " Estoy
crucificado con Cristo." (Gal 2,20) y podría perfectamente añadir: "y
por amor a El yo también soy un Anawin".
Jesús levantado en la Cruz nos revela el poder destructor
que tiene la mentira enquistada en el corazón. Solo desde la mentira acogida,
se entiende la deriva perversa que llevo a Israel a condenar a Jesús.
Veamos solo un hecho para " vacunarnos " de
tanta Mentira. Recordemos el intento de Pilato por liberar a Jesús
confrontándole con un asesino, Barrabás, seguro como estaba de que el pueblo
pediría libertad para Jesús. Los judíos pisotearon la Verdad y dieron
culto a la Mentira liberando a Barrabás. Muchos de ellos habían sido testigos
de los milagros de Jesús, pero sacaron a la luz su querencia a la mentira
ratificando la denuncia de este salmista: " Todo hombre es mentiroso
" (Sl 116,11).
Trágico, sí,
pero la Buena Noticia es que al pie del Crucificado, del Anawin por excelencia,
nació la Iglesia de los Anawin, los portadores de la Verdad, que es Dios. (Jn
17,14-17). Exultemos ante las primicias de la Iglesia de Jesús: María, la Pobre
de Espíritu, cuya alma estaba atravesada por la espada del desprecio de todos y
Juan, signo de los Discípulos Amados de Jesús de todos los tiempos.
Nuestro mayor
orgullo es ser los Anawin de Jesús en cada generación por medio del Anuncio del
Evangelio de su Santo Evangelio. La relación materno-filial forjada entre
María y los Discípulos Amados de Jesús tiene su fundamento en que comparten ser
anawines de Dios, su Padre. María es madre, no por título honorífico, sino
porque tanto Ella como sus hijos llevan el sello de "Los Anawin de Dios
"
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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