Categoría cristiana de valores
El trozo del Evangelio es el final del discurso de misión con
dos ideas: para ir a la misión, en la que el discípulo va a tener dificultades,
es necesario que tenga una categoría clara de valores, en la que Jesús y el
Evangelio sean lo primero de forma que pueda superar todos los obstáculos. La
segunda idea es una invitación a los oyentes de todos los tiempos a acoger al
enviado de Jesús, pues acoger a su
enviado es acogerlo a él y con él al Padre que lo envió. La primera lectura se hace
eco de esta idea, recordando cómo una mujer del pueblo judío de Sunem acogía al
profeta Eliseo por ser un enviado de Dios. Por su parte, la segunda lectura
refuerza la primera idea: Jesús tiene que ser nuestro primer valor porque
estamos injertados en él por el bautismo y la tarea fundamental de nuestra vida
es que “agarre” el injerto, compartiendo ahora
su muerte para compartir después su resurrección. Por ello lo más
importante en nuestra vida es vivir unidos a Jesús.
Para trabajar con decisión
en una tarea hay que estar muy convencidos, tener muy claro que la tarea es
importante y que vale que se le dedique la vida. La razón es que en toda tarea
serán inevitables las dificultades provenientes incluso de lo más íntimo
nuestro, de la propia familia y de nuestros propios intereses. Por eso Jesús nos
dice: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí,
no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno
de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que
encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”.
El “amar más” no se refiere a los afectos humanos, donde es natural que
sintamos ante nuestros hijos unos sentimientos especiales que no lo sentimos en
el plano religioso, sino a la opción que tiene que prevalecer en caso de
colisión de valores, lo primero será Jesús. Y lo mismo en el caso de colisión
con nuestros intereses humanos, lo primero será Jesús, lo que implica que
estemos dispuestos a “tomar la cruz” e ir a la muerte con Jesús. Este será el
mejor camino de “ganar la vida”.
Todo esto responde a nuestra realidad personal
cristiana. Por el bautismo estamos vitalmente unidos a Jesús y nuestra tarea
básica es hacer que el injerto agarre, compartiendo ahora la muerte de Jesús,
un compartir que es camino de “encontrar la plenitud de la vida”. Esto se traduce
en las pequeñas opciones que tenemos que realizar en nuestro caminar de cada
día, haciendo la voluntad de Dios en cada momento, dando testimonio constante
de Jesús con nuestra vida y palabras, y sufriendo las contrariedades que
ciertamente vendrán, especialmente cuando intereses de allegados nos impulsen a
seguir caminos no queridos por Dios. Ser cristiano y no fracasar en el intento
exige que Jesús sea el valor determinante de nuestra vida, no valen las medias
tintas.
En este contexto hemos de recordar también el segundo
mandato de Jesús: acoger a sus enviados de todo tipo, sacerdotes, consagrados,
fieles cristianos, hombres de buena voluntad,
y colaborar en su tarea. En general, acoger a todo cristiano como cristiano:
"Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de
estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su
recompensa."La forma normal de la actuación de Dios es por medio de
enviados. La fe ha llegado a nosotros por medio de enviados, familia,
catequistas, sacerdotes, amigos… y hemos de acogerlos en su tarea.
En cada celebración de la
Eucaristía Jesús se entrega a nosotros, demostrándonos que somos su primer
valor. En ella él nos da fuerzas y amor para que le correspondamos
adecuadamente en nuestra vida de cada día.
Dr. Antonio
Rodríguez Carmona
No hay comentarios:
Publicar un comentario