domingo, 14 de enero de 2018

El cuento de la felicidad



No, no es que la felicidad sea un cuento; la felicidad existe. Pero me llegó este mini-cuento, y, como tal,… ¡os lo cuento!

Dice que estaban reunidos los demonios pensando cómo esconder la felicidad del hombre.

 Uno dijo: ¡Ya se! La esconderemos en el monte más alto del mundo. Así nadie la podrá encontrar. Pero el más sabio de la reunión dijo: No; porque siempre habrá uno que llegue algún día, y se lo comunicará a los demás y todos la encontraran
.
Otro dijo: ¡escondámosla en el fondo del mar! Ahí nunca darán con ella. Pero nuevamente le respondió: No; seguro que alguna vez el hombre encontrará la manera de hallarla, y, una vez hallada, se la comunicará a los demás y volverá la felicidad al mundo.

Otro dijo: Ya sé dónde no la encontrarán; enviémosla a otro planeta. Pero el sabio dijo: Tampoco es la solución. Inventaran una nave para llegar y algún día se harán con ella.

Había  un demonio que no había intervenido, siempre muy atento a las propuestas de los demás. Y tomando la palabra dijo: Yo tengo la solución: ni en el monte más alto, ni en el fondo del mar, ni en otro planeta. ¡Escondámosla en el fondo de su alma! Ahí no la buscará!

Apliquémonos el cuento. Busquemos en nuestro interior. Decía san Agustín que Dios es “interior íntimo meo”, es decir: lo más íntimo dentro de nuestra alma. Como bien decían los demonios, ahí, en nuestro interior, donde habita o quiere habitar Dios, está la felicidad. Sólo en Él reside nuestra verdadera Felicidad.

Alabado sea Jesucristo


Tomas Cremades Moreno

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