Terminamos un año y pasamos
página al calendario. Tantas cosas que han pasado y que habremos vivido…
de alegría y de problemas, de familia, de trabajo, de política, de
frustraciones y esperanzas, de alegrías y de cruces, de difuntos que
añoramos y de gente pequeña que ha nacido… Hoy estamos invitados a
ponerlo todo en las manos de Dios, el año 2017 que se agota y el 2018 que
llega, porque Él, que es Señor de la historia y de la humanidad, quiera
tener compasión de todos nosotros, de la humanidad entera. Encomendemos
todo el mundo al Señor, para que perdone las culpas y pecados de los hombres,
cure las heridas, nos restaure y nos salve, y sobre todo nos conceda su
gracia y su bendición para “empezar de nuevo”, para rehacer la alianza
de amor con Dios, y acoger su Reino. que no deja nunca de venir y de crecer.
“Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5) dice el Señor, y en su fuerza
salvadora confiamos: que nos transforme, “nos restaure, que brille su
rostro y nos salve” (Sal 79,4), nos llene de amor y de esperanza para ser
fuertes y perseverantes en la fe y en el compromiso de vida.
Los cristianos miramos con esperanza el año que comienza ya que,
pase lo que pase y venga lo que venga, siempre estamos en las amorosas
manos de Dios. Antes se decía: “Todos los días son santos y buenos para
los que están en gracia de Dios”. Y es que si vivimos en el Señor, si acogemos
su gracia, si confiamos en Él y tratamos de hacer el bien, sabemos que
el Señor está cerca de nosotros, que nunca nos deja. Dejemos resonar
hoy en nuestros corazones las palabras del Padre misericordioso de
la parábola a su hijo mayor: “¡Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo
lo mío es tuyo!” (Lc 15,31). Que sea esta nuestra confianza al iniciar un
nuevo año, con vida renovada, con más fe, y sobre todo con más obras de
amor, coherentes con nuestra esperanza cristiana.
Celebramos la fiesta de la Sagrada Familia
de Jesús, María y José, que continúan animando y sosteniendo
nuestras familias hacia el ideal de amor, de trabajo, de acogida incondicional
de la vida, de comunión y compartición solidaria y de servicio. De Nazaret
nace una luz humilde pero potente, que ayuda a encaminar las vidas familiares,
defendiendo los valores de la familia, como hace el Papa Francisco en
su Exhortación “Amoris Laetitia” cuando propone el Himno de St. Pablo
en 1ª Corintios 13,4-7, y lo comenta bellamente. Hablando del “Amor en
el matrimonio” (capítulo IV), destaca la paciencia, la actitud de
servicio, la sanación de la envidia, no alardear ni agrandarse, ser
amables, desprendidos, sin violencia interior, con perdón, alegrándose
con los demás, disculpándolo todo, confiando, esperando y soportándolo todo.
Nuestra Delegación
diocesana de Familia y vida tiene un ambicioso proyecto de trabajo,
y quiere empezar realizando un renovado esfuerzo en el campo de la
preparación al matrimonio. Nos exhorta a ello el Papa cuando afirma:
«La compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada
a afrontar hoy requieren un compromiso mayor de toda la comunidad
cristiana en la preparación de los prometidos al matrimonio… Es necesaria
una mayor implicación de toda la comunidad, privilegiando el testimonio
de las familias, además de un arraigo de la preparación al matrimonio
en el camino de iniciación cristiana, haciendo hincapié en el nexo del
matrimonio con el bautismo y los otros sacramentos» (AL 206).
A todos os deseo
una gozosa fiesta de la Sda. Familia y un feliz Año Nuevo.
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell
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