lunes, 15 de enero de 2018

El perdón


                                                                                                              

¡Como que lo entendemos…! Pues no mucho, creemos que con ir al confesor y soltar el rollo ya estamos limpios de polvo y paja…  ¡Ya quisiéramos!,  el perdón viene de otra manera.    

¿Confesarnos?, sí ¡claro! pero después de pedir perdón a nuestro hermano, si así no lo hiciéramos, la confesión sería inútil. El camino del perdón de Dios pasa por ahí: “Anda ve y reconcíliate con tu hermano”. ¡Clarísimo!  

- “Si has traído tu ofrenda al Altar y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda y vete a reconciliarte primero con tu hermano, entonces vuelve y ofrece tu ofrenda”. Mateo 5:23,24.
     
Otra de las cosas que solemos decir cuando nos hacen daño es: “Allá él y su conciencia, algún día lo pagará”… Pues nada de eso, porque también Jesús dice: “Reprende a tu hermano si ha hecho algo contra ti para que pueda arrepentirse, si se arrepiente, perdónale…” Lucas 17:3-4. ¿Veis? nada parecido a lo que hacemos.
   
Y no os digo si hemos creado odio hacia nosotros ¿le damos la ocasión del arrepentimiento?, o le hacemos reo de las “tinieblas”; esa será nuestra responsabilidad, solamente nuestra. Por eso hay que ir corriendo en su búsqueda (sin caernos) y no esperar a que venga, entonces la absolución tendrá valor.   

Juan Pablo II fue a ver a su “fallido asesino” para darle la oportunidad de arrepentirse.    

Hay otro detalle crucial: Si pides perdón, revierte el camino, no sigas haciendo lo mismo pues estarías mintiendo a Dios (así que, mejor te quedas quieto).

¡Con lo fácil que era ir directos al confesionario! La cosa no era tan simple ¿verdad?     


Emma Díez Lobo

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