sábado, 12 de mayo de 2018

Ascensión del Señor





Testigos de Cristo glorificado

La fiesta de la Ascensión gravita sobre dos temas importantes de la vida cristiana: Exaltación de Jesús y misión, invitándonos, por una parte, a reconocer el señorío de Jesús y, por otra, a darlo a conocer a todos los hombres.

        La Iglesia primitiva proclamó la riqueza de la nueva vida de Jesús con un vocabulario variado que se complementa mutuamente, especialmente afirmando su “resurrección” y “exaltación”. Resucitar, de por sí, sólo indica vuelta a la vida, pero no precisa qué tipo de vida, si la misma vida humana limitada que tenía la humanidad de Jesús antes u otra divinizada. El vocabulario de exaltación lo matiza y saca de duda: Jesús ha vuelto a la vida divina, su humanidad ha sido divinizada y glorificada. La fiesta de hoy recuerda el hecho con el que Jesús resucitado puso punto final a las apariciones. Quiso tener una período especial de apariciones a sus discípulos para convencerlos de su resurrección y constituirlos testigos privilegiados de ella. Al final le vieron subir, significando con ello que es el Señor que iba a su trono celestial. Unos mensajeros celestiales les aclaran que vendrá de nuevo en su gloria para pedirnos cuenta de lo que hemos hecho con su cosecha y comenzar un reinado total.

        La Iglesia primitiva dio testimonio de diversas maneras, una de ellas fue proclamando el señorío de Jesús, como aparece en el himno de Filipenses (2,8-11): Dios le agració con el Nombre sobre todo nombre... y toda lengua confiese: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre. El Resucitado ha sido constituido Señor de la creación, porque ha recibido todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,19); porque todo ha sido creado en él, por él y para él, porque es primogénito de toda criatura y primogénito de entre los muertos; porque es la  plenitud  desbordante (pleroma, Col 1,14-17).), es decir, en él reside toda la vida natural y sobrenatural y él nos la comunica a nosotros. La Iglesia cristiana está formada por todos los que reconocen en su vida este señorío, por eso solemos decir: nuestro Señor, no mi Señor, es decir, es Señor de toda la comunidad de salvados. Hoy se nos invita a reconocer este señorío en la celebración litúrgica, pero también inseparablemente en nuestra forma de pensar y actuar, en nuestra escala de valores y en nuestras decisiones.

Otra implicación del señorío de Jesús es la obligación de darlo a conocer. La primera lectura lo explicita: estamos entre el tiempo de la exaltación de Jesús y el de su segunda venida. Es el tiempo de la Iglesia, cuya finalidad es ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaría y hasta el confín de la tierra, es decir, dar testimonio a todo el mundo de que Jesús es el Señor que ha conseguido el señorío salvador en beneficio de toda la humanidad. Jesús ha conseguido la cosecha  y toca a la Iglesia ofrecerla a toda la humanidad hasta que toda ella se beneficie, como se hará manifiesto el día de la parusía de Jesús. La Iglesia primitiva vio en ello el cumplimiento del salmo 110,1: Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies. Esta es la segunda idea clave de esta festividad: la Iglesia es pueblo misionero (segunda lectura y Evangelio), cuya tarea es ser testigos, es decir proclamar con su vida y palabras lo que han visto y oído.

Hoy día se nos invita de una forma especial a ser testigos en un mundo que no sólo desconoce a Jesús sino que tiene ideas deformadas de él. Nuestra vida tiene que ayudar a quitar toda idea falsa y ello con convicción, alegría y paciencia, conscientes de que no se trata de conseguir la victoria final de Jesús, pues ya es Señor y ya ha conseguido la salvación, sino de que ésta alcance al mayor número posible de personas. Puede haber fracasos parciales, pero la victoria final ya se ha conseguido.

        La celebración eucarística es tiempo fuerte en que la comunidad cristiana celebra y reconoce a Jesús como su Señor para gloria de Dios Padre, y renueva su envío a la misión.

Dr. Antonio Rodríguez Carmona



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