No sé, pero no oigo más que hablar de
salvación, cuando la realidad del mundo en que vivimos dice todo lo contrario.
No podemos ser optimistas, digamos la verdad.
Las palabras maravillosas y escritos espirituales, están por doquier,
pero… No les interesa en absoluto.
Aborto, eutanasia, asesinatos sin
sentido, desolación, corrupción, sectas, riqueza o dinero, espaldarazo a Dios
de los católicos… ¿Se puede hablar de
salvación cuando no se habla de infierno tejido a pulso?
¿Es
que nadie va a avisar a la humanidad de que está abogada a una condena eterna? Sí Jesús hoy, caminara visible entre nosotros,
no nos obsequiaría con su Misericordia, pues para otorgarla habría que
reconocerse apartado de Él y vividor en la más absoluta infamia.
Los tiempos cambian (me dicen)… Estoy
harta de oírlo. Nada ha cambiado, excepto la impunidad personal del mal, la distorsión
de la verdad… Las mentes atraídas por Satanás crecen y crecen sin parar; ni el Papa
Francisco “es consciente” de a dónde se dirige su pueblo.
Si los Evangelios, ni se escuchan ni se
leen, ni se cumplen, ¿habrá alguna otra manera de mostrar a las gentes el abismo
hacia el que van? La tranquilidad me pasma, la palabra dulce de perdón y
salvación, me pregunto para quien…
Hablar de Dios, de sus Palabras... No
es tema de moda, ni de cafetería, ni entre amigos… ¡Por favor!!! Una vida de confort y críticas, de sexo y vanidad…
Es lo que importa, que nadie les complique “aún más”, la vida…
Alcemos la voz, tenemos que enseñar sin
miedo y sin escrúpulos, el lugar de dónde el alma y la carne no saldrán por
siempre jamás. Sólo desde la tierra será
posible la salvación, sólo desde la conciencia de la Palabra de Dios (sin
distorsión ni a medida del consumidor).
Conociendo
la CONDENA, salvaremos la VIDA y será el tiempo de hablar de Amor, Resurrección,
Misericordia y Cielo… Ayuda no nos faltará.
Emma
Díez Lobo
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