Dios
concede, a quien le busca, la Espiritualidad de la Palabra, fundamento del
Discipulado.
Ella hace
que cualquier pasaje del Evangelio, o un Salmo, etc… se nos abra al corazón con
manantiales nuevos de los que jamás hemos bebido. Lo contrario, es ir a estos
mismos textos con la autosuficiencia de que "te los sabes" y entonces
Dios cierra los innumerables manantiales que fluyen en su interior.
En el
Evangelio de hoy, Jesús dice a la Samaritana… ¡Si conocieras el don de Dios!,..
El don de Dios es tener acceso a sus Manantiales ocultos en su Palabra... solo
los Pobres de Espíritu los encuentran y estos Manantiales les empujan para
encontrar el lugar donde dar de este agua de Dios a los demás. Tengamos sed de
estos Manantiales y para ello hagamos nuestra la súplica del Salmista:
"Dice de Ti mi corazón busca mi Rostro, tu Rostro buscaré Dios mío (Sl
27,8). De eso se trata, de buscar el Rostro de Dios que resplandece en su
Palabra.
(P.Pavía-Misionero
Comboniano)
comunidadmariamadreapostoles.com
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