Recibí tu
luz y me mostró mi interior.
Recibí tu
luz y me sentí retratado.
Se
inquietó mi ser y salí a buscarte.
Busqué tu
perdón al que me guío tu luz
Y en tu
luz encontré la paz, recuperé la inocencia.
Así es
siempre, nos dejas alejarnos, como hijos inconscientes que necesitan explorar.
Y esperas
como Padre bueno la caída para acudir como luz.
Nuestra
conciencia, lo que nos retrata, lo que nos confronta al mal que hacemos, es tu
luz.
Tu luz
que desea recogernos desde el mismo momento en que nos alejamos.
Cuando
regresamos a ti abatidos por nuestras culpas, ya llevamos tu luz en nuestro
interior y es esa luz la que nos muestra el camino.
Tu luz
imbatible para quien nos engaña.
Tu luz
poderosa para sacarnos del abismo.
Tu luz es
el signo de tu amor, la respuesta de un padre a nuestra soledad cuando caemos.
Bien en
forma de luz para los que sentimos culpa, luz como agua para nuestras almas
agrietadas por el mal.
Bien por
mal… para ser fiel a tu Palabra.
(Olga)
comunidadmariamadreapostoles.com
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