La solemnidad de san José
es para la Iglesia en España la ocasión apropiada para ayudar a todo el Pueblo
de Dios a tomar conciencia de la importancia del seminario diocesano, casa y
corazón de la diócesis, donde germinan las semillas de las vocaciones al
sacerdocio ministerial. Desde hace bastantes años estamos llevando a cabo estas
jornadas de la Campaña del Seminario en un contexto de honda preocupación por
el descenso de candidatos al sacerdocio. Ya decía san Juan Pablo II que «la falta
de vocaciones es ciertamente la tristeza de cada Iglesia», y esta era la razón
por la cual «la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con
nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por parte de todos los miembros de la
Iglesia». Los obispos españoles, por su parte, ofrecieron una carta pastoral
sobre esta temática y lejos de quedarnos en una inútil tristeza, nos decían que
«es la hora de la fe, la hora de la confianza en el Señor que nos envía mar
adentro a seguir echando las redes en la tarea ineludible de la pastoral
vocacional»
La Iglesia en España está
empeñada con gozo en la tarea de la evangelización, en sintonía con las
insistentes llamadas a vivir un tiempo de «conversión pastoral misionera» del
papa Francisco, en continuidad siempre con el Concilio Vaticano II, y los papas
.que La Iglesia en misión al servicio de
nuestro pueblo. han pastoreado a la Iglesia universal. En este contexto
misionero se ha publicado la nueva Ratio fundamentalis institutionis
sacerdotalis con la que se renuevan los planes de formación de los seminarios
en esta misma clave: «la formación tiene como finalidad la participación en la
única misión confiada por Cristo a su Iglesia: la evangelización en todas sus
formas» . Todo ello nos lleva a concluir que la campaña vocacional hemos de
vivirla en un contexto de evangelización y de propuesta gozosa de la vida del
Evangelio, con ocasión de todas las actividades pastorales que se organicen en
las diócesis.
El lema elegido para esta
campaña, «Pastores misioneros», intenta recoger, sin agotarla, la identidad del
sacerdocio ministerial. Los sacerdotes, en cuanto que participan del sacerdocio
de Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Siervo, son llamados en verdad «pastores de
la Iglesia»; y en cuanto enviados por Cristo, con los Apóstoles (Mt 28, 19ss),
son esencialmente misioneros dentro de una Iglesia toda ella misionera.
ORACIÓN
¡Señor Jesús! Con amor ponemos en tus manos nuestros
Seminarios, los formadores y profesores, y muy especialmente a todos los
seminaristas del mundo, que se están preparando para ser “pastores misioneros”.
Tú les amas con entrañas de misericordia. Haz que sean pastores que vayan donde
Tú les envíes; que la Iglesia y el mundo sean los espacios abiertos de su
misión. Sé Tú el centro de sus vidas para que te sigan como discípulos
misioneros y a Ti se configuren, imitándote en todo, como los apóstoles. Que te
sirvan con obediencia y pobreza, desoigan las voces de los poderes del mundo,
y, llenos de caridad, te sirvan en los pobres y necesitados. Que su vida célibe
no sea mediocre o inmadura, sino que todo lo entreguen a Ti y todo lo
arriesguen, con esperanza y alegría. Señor, que siempre cuenten contigo, como
Tú cuentas con cada uno de ellos, con cada sacerdote, para que anuncien la
salvación y amen a todos con los latidos de tu corazón, gustando la dulce
alegría de evangelizar en tu nombre. Gracias, Señor, por los seminaristas y los
sacerdotes. Guárdalos en tu amor y en tu fidelidad. Amén.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario