miércoles, 6 de abril de 2016

Claves para vivir un Año de Misericordia con corazón



El Jubileo del perdón y de la misericordia es una invitación a entrar por la puerta de la salvación, que es Cristo, y vivir como Iglesia en salida para acercarnos a los que sufren.
Es un año de Gracia donde, trabajar la misericordia y el perdón, nos abre a unas relaciones nuevas en la sociedad, en las parroquias, en las comunidades…
¿Cómo lograr los objetivos de un año donde la contemplación del Corazón misericordioso nos debe llevar a una profunda reconciliación? ¿Cuál sería el alma de nuestro XIV Sínodo Diocesano donde estamos metidos de lleno, en este Jubileo de la Misericordia?
La vida de la Iglesia es Cristo vivo que, a través del Espíritu Santo, nos introduce en la profunda Misericordia del Padre, ¿Qué debemos cuidar en este año de la Misericordia?
1. A través de los salmos, especialmente los 10 salmos de la Misericordia, expresamos como se nos ha revelado esa Misericordia de Dios, que tiene su culminación en el rostro misericordioso de Cristo. Los salmos son expresión de la vida de oración de todo creyente, del encuentro de Dios con el hombre que lleva a la experiencia de alabanza, de perdón, de acción de gracias… manifestando todas las actitudes que se dan en el corazón de la persona que ora.
2. Las parábolas de la Misericordia, nos recuerdan la ternura del Padre que siempre acoge y perdona a los hijos destrozados por la vida. La lógica del “uno” que se refleja en las parábolas (un hijo, una oveja, un dracma…), nos habla de la locura del Amor de Dios por cada uno de nosotros, nos lleva a una espiritualidad que nos ayuda a experimentarnos infinitamente amados por el Señor de un modo personal y único.
3. Los grandes textos al servicio de la Misericordia de Dios con los pobres en los Santos Padres. La Tradición con mayúsculas en la Iglesia, a través de los Santos Padres, ha desarrollado de una manera bellísima la Misericordia del Señor con los más pobres y necesitados, los predilectos de su corazón.
4. Ojos de Misericordia de la Madre de Dios. María, Madre de Misericordia, es la persona que más se ha identificado con los proyectos del Corazón de Dios. Volver la mirada a esos ojos misericordiosos de Madre nos introduce en lo más profundo de la vida cristiana, del Evangelio.
5. La práctica de las obras de Misericordia. Una espiritualidad que no aterriza en el amor y servicio a los pobres ha “descafeinado” la Misericordia del Evangelio. Es verdad que cada vez que llamamos a Dios Padre, Él nos responde: ¿Dónde está tu hermano? La práctica de las obras de Misericordia, materiales y espirituales, nos lanza un buen programa para vivir un Año de Misericordia que nos ayude a llegar al Corazón de Dios y al corazón de los hermanos.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres


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