Jesús
¡prepárate que voy!
“Y
te pido que…, y por…, y por si…, y también porque…, no Te olvides de…, te
recuerdo que… ¡Ah!, y por la paz mundial (¡hala!, ahí
entra todo, como en el gazpacho). Madre mía, somos peor que Hacienda
(que nos trae cocidos).
¡Jo! con la costumbre, ¿es que no confiamos en
su voluntad? ¡Pero qué nos pasa!
Jesús
pidió sólo una vez por Él y otra por la humanidad (en voz alta, que sepamos):
Una en Getsemaní (y al momento cambió de idea) y otra, en la Cruz ¡Punto
pelota!
¿Tampoco
creemos que conoce todas nuestras necesidades?, pues… No mucho, siempre a
nuestro rollo sin entender sus Palabras.
A
Dios no Le hace falta escuchar tanta petición, más nos valdría decir: “Cómo soy un egoísta declarado y sólo pienso
en lo que pienso y en lo que quiero, hágase tu voluntad en… De Ti me fío, de
mí, ni pizca”.
¿Por
qué creemos que vamos a ser beneficiados en nuestras peticiones?, ¿somos tan
inteligentes cómo para saber qué es lo mejor? ¡Venga, amigos! Cuando Dios no
interviene es porque nos deja y deja al mundo libre de acción; se
pone a prueba la fe y espera de nosotros la santa humildad de la
que dio ejemplo su Hijo. ¿Es poco por lo que no interviene? Él lo hace
dependiendo de nuestra fe (por cierto, ni con lupa…).
Menos
pedir y más agradecer un nuevo amanecer para aumentar la fe, entender y limpiar el alma antes de “marchar”.
A
un hombre de fe, la Gracia de Dios alcanza y será llevado por Él en sus brazos,
si fuera necesario.
Emma
Díez Lobo
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