viernes, 8 de abril de 2016

Seremos juzgados sobre el amor



Me causó una muy agradable sorpresa, al leer la bula de convocación del Año Santo comprobar que el papa Francisco citaba a San Juan de la Cruz, una cumbre de la mística y de la poesía religiosa. La cita era la siguiente: “En el atardecer de nuestras vidas seremos juzgados sobre el amor”.

En este tiempo de Pascua la Iglesia vive el gozo de la presencia en ella de Cristo resucitado gracias a la fe y los sacramentos. Pero este gozo va acompañado también de lo que se ha llamado “una mística de los ojos abiertos”. Ojos abiertos a las necesidades de nuestro prójimo. La Cuaresma, que ya hemos dejado atrás, ha sido un tiempo para vivir con mayor intensidad el Año Jubilar. Pero también lo es –lo ha de ser- el tiempo de Pascua. El Papa ha impregnado de sensibilidad social el Jubileo de la Misericordia y nos pide “realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales que con frecuencia el mundo moderno crea” (MV 15). Es bien conocido el deseo del Santo Padre de llevar a la Iglesia a las periferias tanto geográficas como existenciales.

Os invito a preguntaros: ¿qué lugar deben ocupar los pobres y las periferias en nuestra acción pastoral? El Santo Padre les adjudica un lugar privilegiado en el Pueblo de Dios. La opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Los pobres son los preferidos de Dios, aquellos a los que otorga «su primera misericordia», y esa preferencia ha de tener consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos. Inspirada en esa preferencia de Dios, la Iglesia hizo desde el principio una opción decidida por los pobres. Como señaló el papa Benedicto XVI, esta opción «está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza».

El Papa insiste en que seremos juzgados sobre si hemos sido misericordiosos con los hermanos y hermanas a los que pudimos ayudar. Y pone unos ejemplos que son de mucha actualidad referidos a nuestra acogida para con los extranjeros o al tiempo que dedicamos a acompañar al que estaba enfermo o al que estaba privado de libertad. También se refiere a las obras de misericordia espirituales: “Si ayudamos a superar la duda; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños, privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en  la oración a nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos ‘más pequeños’ está presente Cristo mismo” (MV 15).

La Visita Pastoral a las parroquias es para mí un momento privilegiado para constatar que un gran número de personas ponen en práctica las obras de misericordia. Catequistas, voluntarios de Cáritas, colaboradores  de diferentes instituciones de acción social y caritativa, monitores que acompañan a niños y adolescentes en su formación, personas mayores o enfermas que rezan y se sacrifican por los demás, y un largo etc. Una multitud de personas buenas, generosas, entregadas, que con un trabajo discreto y socialmente poco conocido ayudan a los demás en su formación, en su crecimiento en la fe y también curan las heridas de los más golpeados por nuestra sociedad. Que Cristo resucitado sea su sostén y su esperanza.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

No hay comentarios:

Publicar un comentario