Así empezó todo:
Iba andando por una
calle para encontrarme con mi hermana y allí estaba ella, en una Iglesia,
reunida y escuchando a Dios. Yo no escuché, era tarde y simplemente quería ver
a quien hacía mucho tiempo no veía.
Al sábado siguiente
volví y ¿sabéis con quien me encontré?, con Pedro, Felipe, Tomás, Judas… Me vi
en el pellejo de ellos, con las mismas incertidumbres, negaciones, males… Y Dios
debió decirme: “Sígueme”.
Y Le seguí emocionada
pero yo no dejé nada tras de mí, yo iba con una tonelada de mercancía ¡Es lo
que toca me dije! Sí, como tú que me estás leyendo, hasta los topes.
Pensé que Jesús suspiraría
diciendo: ¡Madre mía´´!, ¿dónde voy con
ésta que pesa más que el “Titánic”?
Le dije, dónde Tú
quieras, pero o me llevas con todo o no voy, porque monja a estas alturas, pues
como que… Y me contestó: ¿Cuándo te he propuesto ser mi “esposa”?.
¡Jo, es verdad!, anda y
¿porqué no me lo propusiste?, no habría hecho tantas burradas.
-
A ti NO, á ti te tenía preparado otro
tema: Encontrar almas despistadas…
Y me sentí como el del
programa aquél de “Quien sabe dónde” o
“¿ande andarán?”. Y así fue que en mi atardecer de la vida, me paro, encuentro
y hablo de mi gran Porteador; también lo hago en mis “Chispangelios” o en mi
librito explicativo (a mi modo) de los mensajes de Dios: “Ese Loco Magistral”.
Lo paso genial, aunque
confieso que a veces tengo celos de las “esposas” Santas de Dios, pero sufren
tanto con los demonios… Que mejor me quedo tal cual.
Emma Díez Lobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario