La muerte es un
hecho sin tiempo, sin aviso; una verdad trascendental
que obviáis por pura comodidad y vivís como robots sin alma.
Pues sabed que cualquier
minuto de vuestro reloj puede ser el último para dar paso al primero en el Palacio
de Justicia. Allí compareceréis ante un Juez que os presentará el libro de vuestra vida, pleno de dolor infringido
a su Persona y a su templo -Pasión de Cristo que continúa-, donde no tendréis
defensa ni excusas, porque ellas mismas os condenarán.
Pasasteis de la
Imposición de manos del Perdón mientras Dios os esperaba día tras día; pero ¡Claro!, ni ibais a morir, ni el prójimo era importante, ni eráis templo de Dios...
Vano pensar en el Purgatorio donde se cumple la pena de la
culpa redimida. Pena que habríais saldado con Indulgencias Plenarias, pero a
las que también disteis la espalda. ¿Culpa sin remisión y pena juntas?
¡Jóvenes! Tened
presente la remisión y la muerte.
Quiera la vida daros tiempo para “escribir Evangelio en vuestros libros” y, sed
testigos de almas jóvenes que emprenden el viaje de no retorno; tal vez sea la
manera de que entendáis la verdad de la primera muerte, porque la segunda la
impone Dios.
Y no me preguntéis
por los que no conocieron la salvación en Cristo ¡Vosotros sí!
Emma Díez Lobo
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