Paseaba
por la calle y vi un conteiner de mudanzas; sacaban muebles y más muebles que
ubicaban en la calle junto a la acera,
pero un montón de basura, inexplicable, se mezclada con los enseres de valor.
No
comprendía nada... Veía como hierros oxidados y comida putrefacta se aleaban
con lacas chinas y mármoles de carrara; di vueltas al enjambre de riqueza y miseria
cuando uno de la mudanza me invitó a que me apartara...
- ¿Van a tirar todo
eso? Dije al hombre de azul inmerso en
su trabajo.
- Ni se le ocurra tocar nada, nos han
dicho que se destruya...
-
¡No!, si se limpia y restaura, yo lo
podría aprovechar, a mí no me importa el estado.
No
hubo respuesta... Un hombre que pasaba por allí, me cogió del brazo y me alejó unos
metros diciéndome que no había nada que mereciera la pena, que me fuera con él a
tomar un café y divertirnos que era mucho más productivo que limpiar cosas de
valor...
Cuando desperté, una imagen me vino a
la mente, aquellos muebles en el arcén simplemente eran mi vida, la del mundo,
plena de bondades e inmundicias juntas y que
algunos prefieren arrancar “espiga y maleza” sin dar oportunidad a la espiga.
Yo no estaba dispuesta y quería limpiar mi conciencia; pero uno me lo impedía y
otro me embaucaba apartándome... Ése
era Legión.
La
aleada basura desapareció en un camión de recogida camino al vertedero... Y yo detrás...
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