Lázaro somos tú y yo
Conocemos estos lazos de muerte que nos asfixian: fracasos, desprecios, soledades, enfermedades…etc., todo ello nos ata y necesitamos que alguien más fuerte que nuestras muertes grite… ¡Desatadlo, dejadlo andar! ¡El grito liberador de Jesús por antonomasia...! ¡Desatadlo, yo lo conduciré hacia el Padre!
He ahí la misión de la Iglesia... predicar el Evangelio que desata los lazos de muerte que a todos nos envuelven. Jesús, el que deshace los lazos que nos oprimen, fue atado y conducido por los escribas y fariseos ante Pilato (Mc 15, 1) y este le ató, clavó en la Cruz. Se dejó atar para desatarnos a ti y a mí.
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