Dame Señor la fe de
Abraham que confió hasta entregarte lo que él más amaba.
Dame la fe de Moisés
que abrazó su misión, mirando siempre a tus ojos.
Dame la esperanza de
Simeón que se aferró a tu Palabra y esperó a que se cumpliera lo que habías
prometido.
Dame la perseverancia
de aquel ciego del camino que gritó hasta ser escuchado.
Dame la seguridad de
aquella mujer que moría y no descansó hasta alcanzar tu vestido con su mano.
Dame la verdad del Hijo
Pródigo que no engañó a su corazón y se enfrentó a su verdad sin ambages.
Dame la pasión de María
Magdalena por no separarse de ti.
Dame la perseverancia,
la insistencia de Tomás por no querer conformarse.
Dame la pasión de Pedro
por confirmar y arriesgarse, para tener la certeza de que tú eras Dios.
Dame el ardor de la
Samaritana por beber agua verdadera.
Dame la sabiduría de
María que eligió escucharte, a tus pies.
Y dame, Señor, la
voluntad de nuestra madre María para pronunciar su sí, para amar sin preguntar,
para guardar, meditar y esperar, para acabar confirmando, ante la tumba vacía,
la verdad de tu promesa.
Olga Alonso
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