En la quietud de la
tarde, llegas envuelto en los sonidos que tú creas, tú en tus criaturas y me
siento parte de este lugar donde todo respira paz y todo tiene sentido.
Nos llamas aquí a tu
lado al terminar el día, te sientas a nuestro lado y nos miras.
Como si quisieras saber
si te hemos visto en nuestras cosas, si hemos dejado que tu mirada y tu luz nos
guiaran, si le hemos concedido al día la virtud de transformarnos a través de
ti.
Miramos atrás y
recorremos el horizonte de nuestros pasos hoy: seguros del camino caminado y
dudosos de haber mantenido los ojos abiertos para verte: no importa.
Tú sigues sentado a
nuestro lado en la quietud de la tarde, esperando como haces siempre y sabedor
que ya hemos resucitado para ti y que lento o rápido seguro el espíritu hoy ha
reinventado nuestra vida y la ha acercado a ti, por eso, hoy te conocemos mejor
que ayer y mañana, seguro, un poco más, por tu gracia, solo por tu bendita
gracia.
Porque hiciste de tu
deseo de que nos parezcamos a ti nuestra esperanza y enredaste en nuestra alma
el mayor y más hermoso de los sueños, sentir que nos cambias, que nacemos de
nuevo, que ya resucitamos porque te dijimos si y que, cada día, como esta tarde
serena, acorta el espacio entre nuestra alma y tus ojos, entre nuestra vida y
la vida a tu lado.
Olga Alonso
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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