jueves, 24 de junio de 2021

Querido Juan

 

                                                                 

 Hoy pensaba en ti y quise escribirte ¿Sabes? Me duele tu vida. Sé que tu nacimiento fue la “cuna” de nuestra salvación; que no debías vivir como nosotros, que tu paso por la tierra era fugaz y serías asesinado… Me pregunto ¿Por qué Dios?

Solo, encadenado en una mazmorra fría y nauseabunda, sin nadie que te consolara… Decapitado a espada en el más oscuro silencio por orden de Herodes y, en su fiesta servir tu cabeza con gesto aterrador en una bandeja de plata.  

No sé qué significa y tantas veces lo he pensado. Eres el enviado de Dios, el hijo deseado de tus padres santos, fuiste tanto y en tan poco desapareciste.   

Porteador amado de designios y victima odiada de nuestros caprichos; una vida entregada al hombre en plena juventud, pero por grande ante Dios eliminado del mundo.

Tu legado es preciosísimo, humildad personificada en tu amor por las almas, fuiste un antecesor al Bautismo con Espíritu para Bautizar con agua.

Juan querido, joven muchacho, tu muerte fuera como fuere, convierte mis lágrimas en amor por ti. Si algún día estamos juntos, dime que fuiste feliz, que tu labor había terminado, que no sentiste dolor, que querías irte con tu Padre, que naciste para que yo te imitara porque yo, Juan, no soy nada y solo puedo aprender de ti.

Gracias por tus Santos bautismos, por tu Santa vida y pide a Dios por mí.

Emma Díez Lobo

        

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