Un fariseo invito a
Jesús a comer en su casa. Jesús acepta y a punto de iniciar la comida una
pecadora pública irrumpe en la sala. Lógicamente la sorpresa fue mayúscula.
Lucas nos narra la actitud los gestos de esta mujer con Jesús, gestos de una
belleza exquisita. Se arrodilla a sus pies, los baña con sus lágrimas al tiempo
que los va secando con sus cabellos. El escándalo de los comensales es enorme y
critican a Jesús por... "dejarse amar así con tanta locura”. No saben que
se trata de la locura del alma. Jesús mirando al fariseo que le había invitado
dijo a los comensales: "Sus pecados quedan perdonados porque ha demostrado
mucho amor" (Lc 7, 47).
Nos encontramos con una
catequesis llena de símbolos. Tengamos en cuenta que en la Espiritualidad de la
Palabra, El Evangelio viene simbolizado por los pies… "Qué hermosos sobre
los montes los pies de los que anuncian la Buena Nueva" (Is 52, 7). Por
eso Jesús lava-hermosea los pies de sus discípulos en la Última Cena pues, en
su Ascensión, los enviará a evangelizar por todo el mundo.
Esta mujer nos muestra
lo que realmente agrada a Jesús: que vivamos abrazados a su Evangelio pues de
este abrazo… ÚNICO… nace el amor perfecto a Dios y a los demás, amigos o
enemigos.
Conforme crece en nosotros este amor, Dios
crea en nuestra alma la única pasión sin etiqueta de caducidad que podemos
vivir: La Pasión Inmortal por el Evangelio... signo visible de la Pasión
Inmortal por Dios.
P Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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