Dice Dios a los que le buscan: "Escucha hija, mira, inclina el oído... prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante Él, que es tu Señor" (Sl 45,11-12). Es un requerimiento del Señor al alma que le ansía; le está indicando lo que podríamos llamar el punto de encuentro: tener el oído inclinado a su Palabra. El oído inclinado apunta al corazón inclinado como el de María, la hermana de Marta, que a los pies de Jesús escuchaba su Palabra (Lc 10,39).
Es una inclinación del corazón con la intención de hacer suyas las palabras dichas por Jesús. Volvemos al Salmo; su autor inspirado por Dios está indicando al alma el camino para alcanzar la Intimidad divina que la lleva a la Adoración perfecta de la que habla Jesús (Jn 4,23-24).
Recordemos... “póstrate ante Él, que es tu Señor…". Es pues la Adoración que engendra en nosotros el amor incondicional a Dios propuesto en el Shema: "Escucha Israel… amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas…" (Dt 6,4-5...).
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