JOSÉ. LA
ENFERMEDAD COMO ACONTECIMIENTO DE DESCENDIMIENTO (Gn. 37-41)
La vida de José
hijo de Jacob, vendido por sus hermanos, esclavo en Egipto y en la cárcel pero,
finalmente, virrey de Egipto, nos ayudará a contemplar el acontecimiento de la
enfermedad bajo el prisma de la misteriosa voluntad de Dios y de la necesaria kénosis
(descendimiento) del hombre enfermo para ser elevado posteriormente por Dios
como un hombre nuevo.
José es imagen
de Cristo y el enfermo igualmente refleja en sí de forma particular a Cristo
sufriente. Veamos algunos paralelismos:
o
Jacob/Israel quería más a José que al resto de sus
hijos. Asimismo, existe una preferencia de Dios por los enfermos y los
que sufren.
o
José fue
vendido por sus hermanos y llevado a Egipto como esclavo. También Jesús huyó a
Egipto con sus padres para evitar que Herodes le matara. Marchar a Egipto es
viajar a un lugar áspero, desconocido, abandonar las raíces, el hogar, la
familia y los amigos. La enfermedad es “un Egipto”, un país que se
visita en contra de la propia voluntad, como esclavo, para iniciar allí una
vida nueva que no se desea, alejado de la salud que hasta ese momento había
sido el hábitat natural del hombre.c
o
Al igual que Jesús fue liberado por Dios de la muerte,
José fue rescatado de la cárcel por el faraón, del lugar de muerte donde se
encontraba; y fue investido de poder y autoridad. Al lugar de muerte
que es la enfermedad, Cristo desciende presuroso para elevar al enfermo, para
sacarle de la fosa de la angustia y revestirle del poder de su espíritu
vencedor de la enfermedad y la muerte.
o
José nos invita
a confiar en Dios pese a la dificultad de los momentos de enfermedad y
sufrimiento, en contra del aparente silencio de Dios. Cristo aprovecha
el mal para el bien y aquel que se hubiera ensalzado, por la enfermedad será
humillado; y, una vez en lo más profundo, en lo más oscuro, aparecerá el
Señor para elevarlo de nuevo, pero ahora, revestido del verdadero poder y
autoridad que viene del que es uno con Cristo.
Egipto, que
recibió a José como esclavo, acabó acogiéndolo como el virrey de todas sus
tierras. A semejanza del hijo pródigo, José terminó sus días con el anillo del
faraón en su mano, vistiendo de lino y con un collar de oro en su cuello. La
enfermedad, que recibió al enfermo como si de un condenado se tratara, acabará
resultando un acontecimiento para que el enfermo sea purificado y engalanado con
las vestiduras blancas propias de los santos.
Raúl Gavín | Iglesia en Aragón /
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