Hoy es una
ocasión estupenda para
llenarnos de alegría
y empezar a compartir. Virgen del
Mar, nuestro corazón se dobla al peso de tanta promesa. Queremos
ser esponja recalada en tu esencia, mar tranquilo...
María!
“Morada de grandeza, /templo de caridad y de hermosura, /resplandece en Ella,
la humanidad profunda,/ que la lleva a escuchar/ para ponderar y luego actuar,/
por ella hablan: su vida,/ testimonio de coherencia,/ porque conoce y sabe/ de
dónde le viene,/ su valor y su dignidad,/ que plasma en la responsabilidad/ de
la que sabe amar”.
Con estas
hermosísimas palabras, Fray Luis de Granada nos deja entrever la hermosura sin
par de la Madre de Dios.
No me desampare tu amparo, no me falte tu
piedad, no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá? Si
tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí? Si tú, que eres Estrella de la mar y
guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
Porque
ejercitar el amor significa convertir la tierra en cielo, escribía san Juan Crisóstomo, por consiguiente el cielo es el Reino del amor y san Anselmo
llamaba a la Virgen “cielo del cielo”.
¿Cabe otra alabanza mayor?
Gracia,
plenitud de gracia del Señor que está en Ti. Bendita entre las mujeres por tu
fe, y dichosa por el fruto bendito de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruégale en nosotros pecadores, desde ahora hasta el encuentro tras la
muerte. Amen. Salve Virgen del Mar en Almería, la tierra de tus amores, gracias
por permitirnos gozar cada día de tus gracias y de todas y cada una de tus
glorias. Una mirada tuya puede encender y alimentar el fuego del amor entre las
personas.
Una
mirada inagotable es la que necesitamos, pues estamos esencialmente creados
para un encuentro y como escribe Romano
Guardini también podemos decir que vivimos de tu mirada: Me recibo continuamente de tus manos, esa es
mi verdad y mi alegría; tus ojos me miran constantemente y yo vivo de tu
mirada.
Y a
nosotros, que nos dé espíritu de sabiduría, ilumine los ojos de nuestro
corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama. Solo
desde el amor la libertad germina y la fe crece. Desde el cimiento mismo del
corazón despierto, desde la fuente clara hay que ver a las personas y al mundo
con la mirada limpia y el corazón cercano, ofrecer gozo y misericordia, soñar,
amar, servir y esperar.
¡Qué
despilfarro el nuestro, que hemos escuchado la buena noticia y no sabemos lo
que hacer con ella! Hoy es una ocasión estupenda para llenarnos de alegría y
empezar a compartir. Virgen del Mar, nuestro corazón se dobla al peso de tanta
promesa. Queremos ser esponja recalada en tu esencia, mar tranquilo, agua de
bonanza; déjanos la dicha de sabernos acogidos entre tus manos cada vez que
salgamos a tu encuentro volteando nuestro corazón ardido en alborozos íntimos.
¿Qué más
podríamos soñar que estarnos para siempre bajo el dardo encendido de tu dulce
mirada y quedarnos prendidos en el silencio de tu morada como yedra joven, que
sube y crece?
Escribía
Villaespesa:
“La Virgen del Mar no está en su camarín dorado.
¡Naufragó un barco, y la Virgen anda salvando a los náufragos! ¡Marineros de
Almería, no temed a los naufragios, porque la Virgen va siempre al timón de
vuestros barcos”!
Gracias Virgen del Mar, bendice y premia a
todos los hermanos de tu Hermandad en Madrid, en Almería, Barcelona y Sevilla,
trae sobre nuestro corazón las olas de tus bendiciones divinas para que
atempere el ardoroso palpitar de nuestro corazón. Invocamos tu luz para no
abandonar la estela de tu barca y para gozo y alegría de toda la Iglesia.
¡Santa María, Reina y Madre, Virgen del Mar, ruega por nosotros!
Concluyo
con las palabras que Pío XII cerraba la oración del Año Mariano: “Eres, ¡Oh María! la gloria, eres el gozo,
eres el honor de nuestro pueblo”. Virgen del Mar, Tú eres nuestra sólida
esperanza de salvación, de tu mano cantaremos eternamente las misericordias del
Señor.
Gracias
por permitimos celebrar en tu honor el SESENTA Aniversario de la fundación de
nuestra Hermandad en Madrid y danos fortaleza para seguir la senda que nos
tienes revelada.
Miguel
Iborra Viciana
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