El salmo 38 nos presenta un israelita que
desea y busca ser fiel a Dios, y por ello lleva un estilo de vida que provoca
el desprecio de incluso aquellos que anteriormente eran sus amigos. Este
hombre, figura de Jesús, no entiende la aversión de esta gente por lo que con
el alma desolada pregunta a Dios: "Y
ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?” Dios le responde al instante con su
infinita ternura, inspira la respuesta en su alma y ésta la lleva hacia sus
labios: “¡Tú eres mi esperanza!”
Nuestro amigo recobra paulatinamente la
paz; el Señor en quien confía es su refugio y defensa. Este hombre, fiel figura
-como he dicho- de Jesucristo, lo es también de sus discípulos, que tantas
veces nos vemos asolados por el desprecio del mundo.
Sepamos que así como el salmista tuvo su
respuesta de parte de Dios, también nosotros la tenemos. Oímos a Jesús: "En el mundo tendréis tribulación, pero, ¡ánimo!, yo he vencido al mundo" (Jn 16,32b).
Sí, no perdamos la Paz del Señor, Él ha
vencido al mundo que nos desprecia por ser sus Discípulos.
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! Un abrazo y Bendito sea Dios!
P.
Antonio Pavía
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