Por lo general, tendemos a
buscar a Dios en lo espectacular y prodigioso, no en lo pequeño e
insignificante. Por eso les resultaba difícil a los galileos creer a Jesús
cuando les decía que Dios estaba ya actuando en el mundo. ¿Dónde se podía
sentir su poder? ¿Dónde estaban las «señales extraordinarias» de las que
hablaban los escritores apocalípticos?
Jesús tuvo que enseñarles a
captar la presencia salvadora de Dios de otra manera. Les descubrió su gran
convicción: la vida es más que lo que se ve. Mientras vamos viviendo de manera
distraída sin captar nada especial, algo misterioso está sucediendo en el
interior de la vida.
Con esa fe vivía Jesús: no
podemos experimentar nada extraordinario, pero Dios está trabajando el mundo.
Su fuerza es irresistible. Se necesita tiempo para ver el resultado final. Se
necesita, sobre todo, fe y paciencia para mirar la vida hasta el fondo e intuir
la acción secreta de Dios.
Tal vez la parábola que más
les sorprendió fue la de la semilla de mostaza. Es la más pequeña de todas,
como la cabeza de un alfiler, pero con el tiempo se convierte en un hermoso
arbusto. Por abril, todos pueden ver bandadas de jilgueros cobijándose en sus
ramas. Así es el «reino de Dios».
El desconcierto tuvo que
ser general. No hablaban así los profetas. Ezequiel lo comparaba con un «cedro
magnífico», plantado en una «montaña elevada y excelsa», que echaría un ramaje
frondoso y serviría de cobijo a todos los pájaros y aves del cielo. Para Jesús,
la verdadera metáfora de Dios no es el «cedro», que hace pensar en algo
grandioso y poderoso, sino la «mostaza», que sugiere lo pequeño e
insignificante.
Para seguir a Jesús no hay
que soñar en cosas grandes. Es un error que sus seguidores busquen una Iglesia
poderosa y fuerte que se imponga sobre los demás. El ideal no es el cedro
encumbrado sobre una montaña alta, sino el arbusto de mostaza que crece junto a
los caminos y acoge por abril a los jilgueros.
Dios no está en el éxito,
el poder o la superioridad. Para descubrir su presencia salvadora, hemos de
estar atentos a lo pequeño, lo ordinario y cotidiano. La vida no es solo lo que
se ve. Es mucho más. Así pensaba Jesús.
Buenas Noticias
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