Vive en Dios y Él iluminará cada recodo de tu existencia.
Aprenderás a dejarte
abrazar por su paz y a recibir cada mañana su aliento y su fuerza.
Vive en Dios y tu
corazón estallará de alegría, tus noches se convertirán en días y no
necesitarás nada más.
Espera en Él como
espera la naturaleza en silencio la llegada de la primavera.
Sabiendo que, a cada
invierno, le sigue la plenitud, que hay que saber morir, morir y nacer de nuevo.
Vive en Dios, espera,
Él llega, seguramente ya está.
Pero a veces necesita
que aprendamos a esperar.
(Olga)
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