Recuerdo lo que un
amigo sacerdote me dijo una vez y me ayudó mucho en mi oración. Me compartió
que si al rezar un Salmo de Laudes o cualquier texto bíblico tenía una
distracción iniciaba de nuevo el rezo, la lectura. Quizás al percatarse
de mi extrañeza, añadió: Antonio no creas que lo hago por escrúpulos,
menos aún por perfeccionismo. Actuó así porque, como leemos en el libro del
Apocalipsis, Dios da a sus amigos el Maná escondido (Ap 3,17).
La confidencia de éste
sacerdote me abrió los ojos y entendí cómo es la oración que agrada a Dios… la
del que busca, por ejemplo, en cada Salmo el Maná de Dios… el Espíritu y Vida
escondido en sus palabras. Entendí que éste sacerdote cuando se distraía volvía
a iniciar tal o cual Salmo porque su alma había dejado pasar de largo el Maná
de Dios que le daría fuerza ese día para serle fiel.
En fin… ni escrúpulos
ni perfeccionismo sino Sabiduría porque su distracción le había privado del Pan
de Vida que Dios tenía preparado para él en sus palabras.
Pidamos al Espíritu
Santo que nos enseñe a leer-rezar de esta forma para que nuestra oración nos
haga crecer en el Discipulado.
P. Antonio Pavía -
comunidadmariamadreapostoles.com
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